
Recientemente tuve la oportunidad de conocerla, al platicar con ella es inevitable reconocer que en todo el mundo existen grandes lideresas, mujeres que dirigen exitosas empresas de todos tamaños, o que quieren generar un cambio desde su familia, desde la política o la sociedad civil.
Pero el hecho de al igual que ellas, muchas otras mujeres gocen de iguales oportunidades que los hombres es resultado de la participación de toda la ciudadanía por muchos años. Sin embrago, es innegable que aún falta mucho por hacer, y como se dice comúnmente: prácticas como el machismo perpetúan porque todos lo permitimos.
Así, el primer paso para lograr una auténtica equidad de género radica en reconocer que aunque hombres y mujeres somos diferentes, tenemos iguales obligaciones y derechos.
Por ello, es un buen ejercicio felicitar a aquellas personas que rompen esquemas de género: al hombre que ayuda con las labores de hogar, y además le gusta cocinar y cambiarle los pañales al bebé. También hay que felicitar a esas mujeres que son el soporte económico de sus familias, a aquellas que manejan taxis, que dirigen organizaciones, que trabajan en las construcciones y que demuestran que la frase popular “más vale maña que fuerza” es cierta.