Extracto de la crónica originalmente publicada en
Distintas Latitudes.
Socorro se dedica a un oficio en el cual se chambea de noche
y se duerme de día, los sitios más rentables son las esquinas y se presume como
el trabajo más antiguo del mundo.
Socorro es prostituta y desde hace años el miedo la obliga a
trabajar de día. Ella no siempre se dedicó al trabajo sexual: antes fue
cocinera y ayudante en una panadería hasta que una lesión inmovilizó casi
totalmente su brazo derecho y fue despedida.
Sus cuarenta y tantos años de vida han transcurrido en el
barrio bravo de Tepito, uno de los más antiguos de la ciudad de México. Esas
cuatro décadas se reflejan en la mirada cansada, la espalda ligeramente
encorvada y el vientre abultado. “Cuando era más joven y flaca conseguir chamba
era más fácil”, recuerda la mujer, que parece que aún usa el mismo uniforme de
batalla de hace años: minifalda roja, blusa negra de botones al frente y
zapatos negros de tacón. Una parte del dinero que gana cada tarde lo va
apartando para comprar tinte rojo para el cabello, pues los clientes las
prefieren sin canas, aunque asegura con una descarada sonrisa en los labios que
“gallina vieja hace buen caldo”.
Ella es una voz autorizada para narrar la cara más brava del
barrio bravo.
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