20.11.11

El edificio más sustentable de América Latina, en México

Extracto del reportaje publicado en la revista Alto Nivel.

En la colonia del Valle en San Pedro Garza, Nuevo León, se eleva entre los edificios una sorprendente turbina eólica de 16 metros de altura. Esa es la mejor manera de identificar la sede de la empresa Bioconstrucción, la edificación más sustentable en América Latina de acuerdo con LEED (acrónimo de Leadership in Energy & Environmental Design).

LEED es un sistema que certifica la sustentabilidad en construcciones alrededor del mundo. Fue desarrollado en 1998 por el U.S. Green Building Council (USGBC) y se basa en la incorporación de aspectos que disminuyen el impacto ambiental negativo e incrementen la calidad de vida de los ocupantes de oficinas, escuelas, hospitales y casas.

Quizá la cercanía geográfica con Estados Unidos ha contagiado a grupos de arquitectos mexicanos el interés en la construcción ecológica: Ciudad Juárez fue la primera urbe en América Latina en albergar un edificio con certificación LEED, el Centro Internacional de Negocios. Además, la primera edificación que obtuvo el nivel LEED Gold en Latinoamérica fue la Torre HSBC, ubicada sobre Paseo de la Reforma, en el Distrito Federal.

Ulises Treviño, director general de Bioconstrucción, decidió desde un inicio que su oficina debería ser un escaparate de buenas prácticas. “Al construir aspiramos a metas realmente ambiciosas como la neutralidad en emisiones de dióxido de carbono, la autonomía en agua y la generación de excedentes energéticos a través de fuentes solares y eólicas. La certificación LEED Platimun es una consecuencia lógica de haber apostado a estos objetivos tan exigentes”, explica el también Presidente del Consejo Mexicano de Edificación Sustentable.

La sede de Bioconstrucción solía ser una residencia que fue remodelada con materiales extraídos, manufacturados y distribuidos lo más cerca posible del sitio de la construcción, para así disminuir el impacto de transportar insumos de largas distancias. En lo que se refiere al techo, la totalidad de su superficie capta agua de lluvia. La mitad de la azotea está naturada y la otra tiene un piso de madera que brinda sombreado y ventilación. La cisterna de 21,000 litros recoge el agua pluvial para luego bombearla a un tanque de distribución que provee de agua a todo el edificio.

El aire acondicionado fue diseñado para enviar el volumen de refrigerante necesario para cada zona y optimizar así el uso de energía. De forma complementaria, el edificio tiene entradas de luz natural orientadas estratégicamente para aprovechar la iluminación que proporciona el Sol, sin permitir la entrada de calor. Por si fuera poco, generan su propia energía mediante el uso de paneles solares y una turbina eólica.

“Hemos sistemáticamente subestimado la importancia de invertir en el aspecto más valioso de los edificios, que es la experiencia de sus ocupantes”, asevera Ulises Treviño. Por ello, el diseño de las oficinas de Bioconstrucción está totalmente orientado a quienes lo habitan: todos los espacios de trabajo tienen vistas al exterior, es posible regular el ambiente con controles individuales de iluminación y flujo de aire acondicionado. Además, se monitorean los niveles de dióxido de carbono y cuando éstos llegan a subir, se aumenta la renovación del aire en las oficinas.

Aunque los temas relacionados con la energía motivan gran parte del análisis en materia de edificación sustentable, investigaciones del Large Cities Climate Leadership Group dan fe de los beneficios para la salud humana y la productividad derivados de ecotecnias. Por ejemplo, la deficiente calidad del aire en interiores exacerba el asma, las alergias y la propagación de la influenza, además de ser causa del síndrome del edificio enfermo.

Para leer más acerca de la edificación ecológica, consulta el texto completo en la revista Alto Nivel.

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