Extracto del texto publicado originalmente en la revista Expansión.
Cuando en febrero de 2011 se
supo que Aires de Campo se presentaría ante el club de inversionistas Angel Ventures México, varios
interesados acudieron a la cita. (Yo tuve la fortuna de estar en ese desayuno).
La oportunidad era ser
socios de la primera comercializadora de productos orgánicos del país y entrar
a un mercado que en México ya suma 3.5 millones de consumidores, 150,000
productores y genera ventas anuales de unos 300 millones de dólares, lo que
equivale a 10% del PIB del sector agropecuario.
Luego de meses de
negociaciones, a principios de septiembre se anunció una sociedad al 50%, a
través de un incremento de capital, con Herdez-Del Fuerte, el gigante de los
alimentos procesados en México.
La comercializadora de
orgánicos no solo obtuvo el capital necesario para su expansión, sino que
encontró un aliado que le permitirá incrementar la eficiencia de sus operaciones
al realizar sinergias en empaques, almacenamiento, logística e investigación y
desarrollo, así como fortalecer la presencia de la marca fuera del país.
Según datos de Aires de
Campo, entre 2000 y 2008 la producción orgánica en el país creció 635%, convirtiendo
a México en el quinto productor más grande a nivel mundial. Se calcula que 90%
de la producción se exporta.
Aires de Campo se destaca en
el mundo de los negocios “verdes” por la complejidad y el alcance de su modelo
de negocios: agrupa a 150 productores entre los que hay granjas familiares y
cooperativas indígenas. Su canal de ventas alcanza a tiendas como Superama,
Soriana, Chedraui, Comercial Mexicana, Liverpool y El Palacio de Hierro. De
esta forma, el engranaje de pequeños productores y grandes tiendas le permite
facturar anualmente 36 millones de pesos.
Sin embargo, a pesar de las
buenas noticias, Homero Blas, presidente de la Sociedad Mexicana de Producción
Orgánica, considera que esta operación podría poner en riesgo la esencia de la
empresa. “Si para atender la creciente demanda los productores no cumplen los
estrictos lineamientos que exige la agricultura orgánica se podría disminuir la
calidad de los productos e incluso perder la certificación que debe ser
refrendada anualmente”.
Para leer el texto completo
consulta la revista Expansión de octubre o da click aquí.
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